En la actualidad, las prioridades y los proyectos personales
han cambiado postergando metas como la maternidad. En este contexto, es
importante conocer la realidad del reloj biológico para actuar con celeridad al
momento de emprender el lindo camino de ser padres.
Estudiar una carrera, obtener experiencia laboral, afianzar
la relación y conseguir la tan anhelada estabilidad económica. Por uno u otro
motivo, en la actualidad la meta de la maternidad ha sido postergada. Es así
como, en muchas ocasiones, las parejas se encuentran con los primeros deseos de
ser padres una vez llegados los 35 años.
Al mismo tiempo, se enfrentan a la realidad del reloj biológico,
una carrera contra el tiempo. Afortunadamente, de la misma forma en que han
cambiado las costumbres, han avanzado los estudios sobre fertilidad lo que hace
que sea más viable el objetivo.
En líneas generales, el reloj biológico comprende desde la
primera menstruación de la mujer hasta la última; es decir, es el período
aproximado entre los 15 y los 45 años en el cual una mujer es capaz de tener un
hijo en forma natural.
Sin embargo, la capacidad reproductiva femenina se reduce a
medida que pasan los años debido a la disminución de los óvulos en cantidad y
calidad. En este sentido, la reserva ovárica máxima se consigue a las 20
semanas de gestación cuando el feto posee 7 millones de folículos en sus
ovarios. En el nacimiento, la reserva baja a 1 ó 2 millones de folículos y
llega a los 400 mil al producirse la primera menstruación.
Por tal motivo, la edad es un factor importante en la meta
reproductiva. El período de mayor fecundidad de la mujer se sitúa entre los 20
y los 27 años, etapa donde la probabilidad mensual de embarazo es entre un 20 y
25% en los casos donde no se presenten problemas específicos. Una vez cumplidos
los 35, las posibilidades de concebir se reducen a un 15% por año llegando a
caer a un 2 ó 3% anual a partir de los 40.
Del mismo modo, el paso del tiempo va disminuyendo la
calidad y capacidad reproductiva masculina. Más específicamente, el hombre se
enfrenta a su reloj biológico entre los 45 y 50 años de edad.
La mayor probabilidad de tener un embarazo de alto riesgo es
otro de los aspectos a considerar en la carrera por la maternidad. No es sólo
más difícil concebir a mayor edad, sino que también existen más posibilidades
de aborto, de contraer anomalías cromosómicas y de partos prematuros.
Ante este contexto, la recomendación principal es actuar con
rapidez. Por eso, se aconseja consultar de inmediato a un especialista de
fertilidad a aquellas parejas que llevan más de 12 meses intentando concebir
sin éxito; en los casos de las mujeres mayores de 35 años, el plazo se acorta a
8 meses.
Generalmente en los hombres, los estudios consisten en un
espermograma completo para evaluar la calidad y normalidad del esperma. Para la
mujer, se realiza un doble análisis: por un lado del ciclo de ovulación y por
el otro un estudio hormonal para evaluar las hormonas reproductivas, tiroideas,
prolactina y andrógenos. Para completar la revisión, se realiza una
histerosalpingografía (HSG) para evaluar la cavidad uterina y las trompas de
falopio.
Al cabo de uno o dos meses, se tendrá el estudio completo
con los resultados adecuados a partir de los cuales se planificará las acciones
acordes a cada caso. En la actualidad, los adelantos científicos en fertilidad
brindan diversas soluciones para lograr el objetivo de la maternidad, entre
ellas se destaca: la ovulación inducida, inseminación artificial y fecundación
in Vitro.
Con el tiempo, los proyectos personales han cambiado y con
ello la meta de ser padres se ha visto postergada. En este sentido, la
principal recomendación es ser concientes de la realidad del reloj biológico,
no con la intención de preocuparse, sino de actuar con rapidez una vez que las
parejas decidan el mejor momento para encaminar el camino de la paternidad.